La Ley de Aguas le otorga al organismo el poder de policía y vigilancia para que las aguas no afecten la salubridad pública ni de las personas. La Resolución 160 de Superintendencia prohíbe la utilización de ríos y cauces naturales o artificiales para la realización de actividades balnearias o esparcimiento. En tanto que la Ley 8784 sanciona el uso indebido.

Las altas temperaturas en toda la provincia llevan a que las personas utilicen todos los recursos y estrategias posibles para refrescarse y ocasionen grandes deterioros en los cauces de riego como también evitables tragedias.

No acatar las normas que indican que está prohibido bañarse en los cauces de riego por el peligro que implica lleva a que Irrigación, bajo resolución de Superintendencia 160, trabaje en una nueva campaña de concientización.

La resolución de Superintendencia además establece que no se responsabiliza directa o indirectamente de todo hecho o accidente que pudiera ocurrir como consecuencia del uso indebido de los cauces. Tampoco por actividades deportivas que se realicen, siendo la responsabilidad exclusivamente de los participantes y organizadores.

En tanto, las subdelegaciones de Aguas, Jefatura de Zonas e Inspecciones de Cauces serán encargadas de realizar controles periódicos para verificar el cumplimiento de la resolución, comunicando cualquier transgresión a las autoridades policiales más próximas.

La Ley 8784, sancionada en 2015, establece que se incluya en el Código de Faltas, Ley 3365, en el Título VI “Faltas Contra la Seguridad Pública”, el artículo 84 bis “Uso indebido de cauces de agua”.

La misma ordena sancionar con trabajos comunitarios el que utilice para bañarse los canales de riego, represas, tomas y cualquier obra hidráulica de la provincia; el que arroje sobre los cauces tacos, maderas, piedras o cualquier otro elemento que obstaculice el normal escurrimiento de las aguas por la red de riego de la provincia.

Sin embargo, lo que se busca, más allá de la sanción, es que a través de campañas de concientización las personas comprendan el peligro que implica bañarse en cauces de riego, ya que por lo general traen caudales importantes, tienen gran profundidad y velocidad de escurrimiento, y que cuando la gente realiza los taponamientos alteran las condiciones normales de escurrimiento y se originan desbordes.

No menos importante es que causan la pérdida del turno al regante al que le corresponde hacerlo en ese momento.

Fuente: Prensa Mendoza

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